jueves, 22 de abril de 2010

Tejiendo el petate de la historia...

Cuenta mi abuela Xuwyak que para hacer un petate (tipo de colchón al estilo Maya) tenía que prepararse y emprender el camino hacia el lugar donde está el magüel, materia prima para hacerlo y ya tener la idea de qué tamaño va a ser y para lo que va a servir.
Eleva una plegaria al cielo y se va. Lleva consigo un machete, un lazo con mecapal y un morral de pita hecha por ella misma en donde envuelve en hojas de K'ox sus tortillitas, su Sachil (pepita molida), su atz'am e ich (su sal y su chilito). En su Tzimá (jícara) lleva agua hervida y una bola de maiz molido con una pizca de zapuyul o semilla de zapote tostado, hecho polvito.
La abuela canta, pero su canto no tiene letra, la letra es el sentimiento conque va naciendo las notas musicales desde su experiencia de vida. Recuerda su infancia, su juventud y ahora sabe cómo somos nosotros con ella, y en algunas ocasiones, su voz se quiebra al hablar y sus hojos se llenan de agua cristalina que limpia su dolor por nuestras desobediencias, (... antes la gente era buena, nos recordaba constantemente).
Despues de caminar mucho tiempo, porque ella no sabía que era "la hora" regresaba con un tercio de material que se convertiría en algún tiempo futuro en un hermoso petate.
Todos nosotros, de mirones no le poníamos mucho interés a lo que nos decía, ... éramos niños.
Nos decía que el inicio del trabajo se juntaban tantas puntas del maguëy de diferente manera, pero que ella ya sabía para qué dirección iba ir cada una. Ninguna quedaba suelta, ni nada hacía falta. todo estaba ya completo y recuerdo que le costaba el comienzo, ya que algunas filas no querían o no quedaban como se necesitaría para hacer un buen petate. Después de un largo tiempo, ella lograba dirigir y unir a la vez cada una y era un gran logro y felicidad verla terminar la primera fila de tal obra.
Nos íbamos a jugar, pero ella no perdía el rumbo de su trabajo, cuando regresábamos notábamos su avance. Por las tardes, después de comer junta al fuego, ella jalaba nuevamente ese objeto que no tenía forma y nos empezaba a hablar de muchas cosas. A veces nos aconsejaba, otras veces nos contaba cuentos que ella escuchó de niña, a veces nos cuenta la historia de su vida cuando era niña y jóven. No olvido la historia cuando ella tenía que ir a prepararle comida a mi abuelo y otros hombres a la finca de la costa sur. Descalza, caminában más de una semana para llegar a las fincas cafetaleras. Llevaban sus hoyas, sus chamarras, sus perros, sus cosas que les servían a diario porque eran dos o tres meses que se ausentaban para ir a "ganar unos centavos". Nos contaba como eran las rancherías o las galeras donde dormían de noche y de día se convertía en su cocina. Como en la costa llueve fuerte, narra cómo el agua les mojaba toda la ropa cuando trataban de descanzar por la noche. Cómo alguna vez, tío Matín estaba acostado en esos lugares que no tenían pared y a la luz de la luna miraba ella cómo una serpiente pasó encima de la pobre y mojada chamarra o frazada que lo cubría. Era triste escuchar toda esa historia, por eso ella nos decía que el tiempo de ahora es mejor, los niños y algunas niñas van a la escuela y por eso teníamos que portarnos bien.
Terminada una historia, a veces larga, a veces corta nos decía que teníamos que persignarnos antes de ir a dormir. Ella en cambio con su Taj (ocote), corteza de pino con trementina, seguía alumbrándose para ir avanzando en su trabajo. La abuela nos quería mucho y a veces se iba a quedar por las noches con algunos otros familiares, y nosotros ya la queríamos porque era como estar en una casa vacía sin ella.

El petate de la abuela aún no está terminada, por eso la sabiduría de los abuelos o ancianos y ancianas del pueblo Maya es raíz para que nosotros hoy, sigamos tejiendo esa historia. Al igual que ella estamos experimentando momentos de alegría, de tristeza, de grandes retos, y ahora como comunicador, la tarea que nos toca para que el petate sea para el bien de todos. Nadie que quede afuera y como dice el libro de Ana María Miralles, es necesario que alguien ayude a que la voz del ciudadano común se de a conocer en el periodismo o en todos los medios que existen en la sociedad. Así lograremos fortalecer una sociedad democrática, en donde todos, al igual que los hijos del Magüey, tenemos parte activa.

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