Juanita Ixchel.
Una mujer Maya que a su corta edad, ya está escribiendo una historia que viene desde sus ancestros y que ahora se personifica en ella. Nacida en una cuna humilde en donde no había más comodidad que un petate y unos rebozos especiales para tal ocasión. En medio de la alegría, oraciones de toda la familia, llega como una luz a este mundo. Sus manitas las abre inmediatamente al mundo como diciendo vengan, aquí estoy, hagamos equipo pero sepan que somos todos iguales. Según la cultura Maya, el bebé que nace con las manitas y brazos muy abiertos es que van a ser buena gente y colaboradores; en cambio su traen sus manitas hechas un puño entonces serán personas egoístas y que no tendrán mucho para aportar a los demás.
Siendo todavía muy pequeña, su padre que era un líder comunitario fue secuestrado por los soldados y posteriormente fue asesinado más que un animal. Su mamá, una mujer muy religiosa y muy valiente hace las veces de papá y mamá y va inculcando entre sus hijos e hijas las ganas de vivir y de trabajar duro para poder llevar el sagrado alimento del cuerpo, del espíritu y también intelectual. Ella se dedicó a vender comida criolla y se levantaba cuando cantaba el primer gallo, ya que no tenía reloj y se acostaba faltando poco tiempo para la media noche. Sus 5 hijos fueron enseñados al trabajo y al sacrificio. También mamá les enseñó el amor a la madre tierra, a Dios y a la propia cultura Maya Qanjobal. Les contaba cuentos, mitos, historias de los abuelos a sus hijos antes de dormir, y también les enseñaba a ir a rezar a los lugares sagrados en donde los abuelos rezaron para pedir por la lluvia, la milpa y la vida del pueblo. Todo eso aprendió Juanita, pero había otro detalle, y es que varios hombres, tanto jóvenes como adultos molestaban a la señora y a sus hijitas pequeñas, y querían aprovecharse de ellas. También mamá les enseñó a valorarse a sí mismas aunque fueran personas humildes y analfabetas, y que nadie podía hacer algo malo para ellas si no lo consentían. Ohhh qué buena escuela tuvo juanita y en medio de todo esto ella fue creciendo, inició yendo a la escuela cercana a la aldea y siempre fue rebelde y analítica. Nunca se dejó dominar o manipular por nadie y su grupo de amistades también fueron recibiendo esta cualidad de ella.
La niña iba despertando, y era el inicio de los años ochenta en donde los gobiernos militares del país cometían las grandes injusticias por todos los poblados del altiplano y su cólera lo desembocaban en los más débiles como eran los pueblos indígenas mayas, los niños, mujeres y ancianos. Juanita iba dándose cuenta de todo esto y se indignaba del por qué mataban a gente inocente. Ya hacía algunos años después de la muerte de su padre, ella alza la voz para defender a los más débiles, defiende a la mujer, al niño. Ya no es posible que gente que viene de otros lados llegue a su pueblo y aldea para hacer de menos a la gente sencilla. Había que ponerle un alto a esta situación de violencia y ella empieza a buscar espacios para esta denuncia. Primeramente entre sus amistades conforma un pequeño grupo de reflexión, organiza grupos teatrales que muestran esta cruel realidad en su escuela, se une con otros jóvenes estudiantes que también tienen este tinte de denuncia y logran organizar un evento juvenil tipo religioso, bastante cargado con conciencia social y de compromiso juvenil.
La presencia de Juanita, ahora ya como adolescente, para la mayoría de los jóvenes era muy agradable y esperanzadora ya que con su sonrisa y ternura nos infundía amor al riesgo y a la acción. Por otro lado, para otros, especialmente los que apoyan al ejército o los religiosos muy espirituales, era un peligro porque las ideas de ella no eran buenas para sus hijos. Era mejor para esta gente que las cosas sigan como están, que es la voluntad de Dios o que no hay nada qué hacer. Algunos decían que tal vez porque tenemos algún pecado grave es que nos está pasando esta realidad de violencia y tenemos que entenderla como voluntad divina. Ella no era apreciada ni aceptada en este nivel y fue causa de contradicción para su propia gente. Entre tanto ella mantenía la idea de que había que ir despertando a nuestra gente porque la injusticia que estaba sucediendo era exagerada y si somos humanos, pues debemos exigir que nos respeten.
Cuando nos encontrábamos con ella nos preguntábamos, cómo era posible que a pesar de haber perdido a su papá y haber crecido en una familia muy pobre con la orientación de su mamá, en el rostro de ella estaba radiante siempre una sonrisa con que nos transmitía alegría y ánimo… Luego nos fuimos enterando de la calidad de personas que habían sido sus abuelos, sus abuelas y sus antepasados. Resulta que según cuentan los ancianos, los primeros pobladores de la comunidad habían sido personas sabias que tuvieron que enfrentarse a la realidad en donde no había nada y de eso fueron haciendo del pueblo lo que ahora es. Se enfrentaron a grandes selvas, animales feroces, donde no había ninguna clase de comodidad, pero que con su sacrificio y su espíritu emprendedor lograron fundar un nuevo pueblo y que su descendencia lograron convivir en paz y armonía con la naturaleza y con un tremendo amor a Dios y respeto hacia ellos mismos. Uno de los fundadores del pueblo resulta ser tatarabuelo de Juanita y cuentan de la abuela que ella siempre apoyó a su marido para lograr su objetivo. Estuvo al lado de él en todo momento y sufrió lo que sufrió el abuelo hasta lograr fundar el pueblo. Ella tuvo varios hijos y también los hijos se habían destacado en alguna cosa especial que aportaron a la comunidad para su mejoramiento. Aunque no sabían leer y escribir, tramitaron el título del pueblo y después de tantas vueltas burocráticas que lo hacían a pié hacia la capital que distaba a 400 kilómetros, lograron hacer con sus hijos y nietos un nuevo pueblo con mucha sabiduría, muchas cualidades como por ejemplo la música. Ellos iniciaron fabricando su propia marimba y cuenta la historia que en un árbol grande que se había quemado, quedaron sus troncos secos. Llegaron en una tarde de verano muchos pájaros carpinteros sobre las diferentes ramas secas y empezaron a picotearlas. El abuelo que andaba recogiendo leña, al escuchar los diferentes sonidos que salían de los troncos secos, al día siguiente llamó a los demás para cortar con mucho cuidado todos los troncos secos. Los puso en fila y salía un sonido muy hermoso y fue así como después perfeccionaron la marimba que todavía hoy los hombres fabrican, ejecutan y bailan. Juanita no ejecuta pero es una excelente bailadora de los sones tradicionales que aprendió de mamá y es un orgullo para ella hacerlo ante el público. Entonces el pueblo fue fundado también por los ancestros de Juanita y ella había heredado todas esas cualidades y ese espíritu de lucha para mejorar la vida de toda su gente. No quería ver sufrir a nadie y quería un pueblo trabajador, próspero y respetuoso a Dios y a los demás.
Ya en la juventud, como una señorita muy bella por fuera y por dentro, todos los muchachos del pueblo la querían como novia, pero ella sabía quién era el dueño de su corazón y era un joven que también pensaba, sentía y trabajaba en pro de su terruño.
Organizó talleres sobre derechos de la mujer Maya, inició una organización en pro de la tierra y del medio ambiente. Participaba de una red de mujeres Mayas que trabajaban para promover la concientización y defensa de los derechos femeninos unido al fortalecimiento de la religión Maya. Era admirable escuchar a Juanita cuando habla sobre las diferentes religiones que vinieron del extranjero y su papel de dominio que tuvieron al lado de los colonizadores. Para ella las religiones del occidente son una imposición y que como consecuencia marginaron a la verdadera religión de sus ancestros, a la religión Maya. Junto a otros amigos y con el apoyo del grupo de mujeres a que pertenecía, inició en su pueblo el aprecio por la Ceremonia Maya. Claro que ella tenía clara la mente al decir que hay que rescatarla como herencia milenaria y como parte de la vida del pueblo. Mucha gente ya adulta vio mal esta iniciativa ya que pensaban que era un peligro para sus propias religiones y desprestigiaron lo que ella estaba impulsando diciendo que era del demonio. Sin embargo, ya no se pudo parar esta nueva manera de espiritualidad, especialmente pegó fuertemente entre los jóvenes profesionales y luego con el paso del tiempo, fue formando parte de la identidad del pueblo y ya no como amenaza. Definitivamente Juanita Ixchel estaba personificando toda la herencia que había recibido de sus ancestros, así como ellos se sacrificaron y trabajaron para su pueblo, también ella estaba abriendo nuevos caminos con mucho sacrificio para la juventud y niñez de su época.
Entre tanto, este espíritu de ir buscando el amor a lo propio como el idioma, las costumbres, la cultura, la religión y las artes, inconscientemente fue posesionándose en la mente y corazón de la juventud y comenzaba en las escuelas el hablarse de ello con una práctica todavía débil, pero ya existente. Con la instalación de una radio comunitaria en la población, también iniciaron programas sobre los derechos de la mujer, los niños de los pueblos indígenas y el amor a la propia tierra y su cultura. Los grupos musicales de marimba fueron tomando fuerza y ánimo y ya se hablaba de concursos de música autóctona, música en Chirimía y tún, aprecio a los cantos antiguos en el propio idioma. En todo esto, Juanita era la mujer que con su belleza y sonrisa constante nos animaba a ir descubriendo más elementos a trabajar y fortalecer para alegría y orgullo de nuestro pueblo. Desde entonces, el pueblo ya no fue igual como antes, era una era nueva con sangre nueva decidida a trabajar por amor.
Entre tanto, la mamá de Juanita también apoyaba a su hija y a pesar de haber sufrido el machismo con su único hermano varón que no quiso darle a las 3 mujeres terreno como herencia de sus padres que había fallecido, ella lucho y buscó asesoría junto con sus hermanas y lograron su objetivo. Claro que en una sociedad machista, era mal visto el que una mujer se oponga al varón, pero ella decía que merecía algo como recuerdo hermoso de sus padres que ya no estaban. Además ella participaba en todas las actividades que Juanita tenía, y cuando daba su testimonio de cómo salió adelante con sus hijos después del asesinato de su esposo, tocaba el corazón y era el ejemplo de la mujer Maya que enfrenta la vida con valor y vence todos los obstáculos con el fin de darle a sus hijos lo mejor de la vida. Era admirable escuchar a doña Kantel que así se llamaba, y aunque casi no tenía mucha comida o ropa, siempre ofrecía algo cuando algún necesitado o pobre llegaba a visitarla. Sus años no ha hecho que ella cambie, sino que a pesar de ellos, sigue siendo la misma y muchos jóvenes la consideran como su abuela.
Finalmente, cuando ya se había hecho un trabajo de conciencia a toda la población, por ordenes del gobierno del país, es necesario ir a la comunidad de Juanita para explorar para poder explotar el oro a cielo abierto ya que sus montañas son muy ricas con ese mineral. Inmediatamente, tanto el grupo de mujeres, jóvenes y profesionales de la población se reúnen y no permiten que lleguen las personas para esta actividad que es de mal gusto para todos. Sin embargo, por la prepotencia del gobierno, insisten en llegar y los tienen que sacar con una advertencia de que nunca más deben llegar ya que no permitirán la realización de tal actividad. El grupo de mujeres, de jóvenes, de profesionales conforman una comisión para la protección y defensa del pueblo, y Juanita es una de ella que está en la junta directiva. Hubo necesidad de hacer una consulta comunitaria de buena fe en donde la población se expresó un rotundo no a la exploración y explotación minera. Nuevamente va dando resultado el trabajo que desde hace algunos años viene haciendo nuestra mujer Maya a favor de su pueblo.
Actualmente ella está felizmente casada con 3 lindos hijos, Quetzalí, Balam y el recién nacido. Los primeros dos hijos ya van a la escuela, y también ellos llevan lo que han aprendido de su mamá y papá. Por cuestiones familiares, se mudaron para otro lugar y así poder darles mejores oportunidades a sus hijos y son muy felices. Juanita dice que cuando sus hijos ya puedan valerse por sí mismos, continuará de lleno en su trabajo a favor de la mujer, de la Madre Tierra y del derecho de los pueblos indígenas. Piensa ser alcaldesa en el futuro.
Cuando termino de escribir sobre ella llego a la conclusión de que los verdaderos cambios sociales no viene de las élites poderosas sino que vienen desde abajo, de gente sencilla pero que tienen un corazón solidario y pensamiento claro sobre lo que quieren y lo logran. Además estas personas nunca van a ser galardonadas por ninguna autoridad, sin embargo todo su esfuerzo y trabajo queda grabado en la vida y memoria de la mayoría, y eso es la gran satisfacción de tenerlas y quererlas para seguir sus huellas buscando el bien de nuestros pueblos, de nuestra Guatemala.
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