¿Recuerdas cuando terminaban las clases en la escuela? Tú sabes que en nuestro pueblo llueve la mayor parte del tiempo, sin embargo para llamarte la atención, siempre me vestía con mi camisa nueva. No me importaba el frío, el cansancio, incluso el hambre, porque sabía que mi recompensa iba a llegar al vernos en la rivera del río.
¡Que lindas las trenzas que llevabas y que te adornaban con sus miles de colores! El güipil que tu mamá te hizo, cuando lo usabas te mirabas como una reina, y yo quería ayudarte a cruzar aquella calle donde pasaban muchos carros. Soñaba tomarte de las manos, sentir el latir de tu corazón, decirte lo que te amaba. El corte nuevo que te pones con los zapatos azules que llevabas, me hacían verte con un resplandor y que emanaba calor que me llegaba hasta el fondo del alma.
¿Te recuerdas de mis amigos? Milo y Beto me molestaban contigo. Me decían que mis suspiros que eran en cada momento, eran por ti. No podía disimular el ardiente amor que sentía porque me sonrojaba cuando ellos me hablaban de ti. Quiero confesarte que hice una canción para ti, yo sé que no se oye bien, pero las letras dicen que yo había encontrado a mi primer amor. Era el muchacho más feliz del mundo y esperaba ansioso el regreso del nuevo día para poder verte en la escuela.
¡Haaa.¡ Sobre tu papá, él no me quería ver porque como no es costumbre en nuestro pueblo tener novio o novia. El destazaba ovejas y cerdos cada día de plaza. Le decía a mi mamá que quería ir a comprar la carne allá con tu padre solamente porque quería verte y que tu él me conociera. Ni caso me hacía y creo que andabas con tu madre en el mercado comprando sus cosas.
Cuando fue la fiesta de las madres, tuve que salir para presentar una dramatización del Hogar Feliz. Recuerdo que escogimos al papá, a la mamá, a un hijo varón y a una hija. Yo hice el papel del hijo varón y andábamos buscando quien hiciera el papel de la hija. Te propuse a mis compañeros si pudieras ser tú, pero creo que ya se sabía lo de nosotros y solo me hicieron una bulla. Sentí mucha vergüenza, pero a la vez feliz porque me daba orgullo que me dijeran que éramos novios.
Tú, en cambio, presumías cada vez que me mirabas. Con tus amigas, me imagino que vecinas tuyas les gustaba comprar helados en la tienda de la vuelta. Allí tardaban platicando sobre no se qué. Cuando llegaba con mis amigos, tú te hacías como si no me vieras, pero al final, cuando llegábamos también a comprar, nos mirábamos con gran pasión. Luego mis amigos se ponían a hablar con tus amigas, en cambio nosotros nos sentábamos entre las rosas de la tienda a platicar.
Durante los años de escuela, esa fue nuestra historia y soñaba cada día con tu amor y tu belleza. Como terminé dos años antes la primaria, tuve que salir del pueblo. Fui a otro departamento del país para continuar mis estudios. ¿Cómo poder olvidarte ahora? No va a ser posible. También tú me comentaste tu tristeza por lo que pronto iba a suceder. Mi papá me dio la oportunidad de continuar y había entendido el valor del estudio. Tenía que salir y así fue. ¡Cuánto dolor y cuanta tristeza!
Te enviaba cartas y muchas cartas, tú me respondías y ansiaba recibirlas para saber cómo estabas. Creía que era un tiempo corto, pero no; era mi despedida del pueblo porque nunca más regresé. En vacaciones nos veíamos pero al final del segundo año de mi ausencia, notaba un cambio. Tú ya no eras la misma, te habías vuelto mucho más linda, eras la mujer de mi vida. Las cosas iban a cambiar, tú encontraste a otro joven que te llegó a querer.
Ahora tienes una linda familia, te casaste con él y yo sigo soñando contigo, esperando que algún día llegue a ser realidad mi amor a la par del tuyo.
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