jueves, 22 de abril de 2010

LA FELICIDAD DE SERVIR.

SER FELIZ SIRVIENDO A LOS DEMÁS DESDE MIS APTITUDES.
(Michael Himes)
Hay muchos ejemplos o fábulas que muestran a alguien que pudiendo ser o hacer grandes cosas, por alguna razón, se conforma haciendo lo más bajo. Por ejemplo está el caso del leñador que encontró un huevo de un águila en la montaña y fue empollado por un chompipe. Junto a los chompipitos, cuando rompieron el cascarón al nacer también salió el bebé águila. El hacía todo lo que hacían sus “hermanitos” y aunque su dueña le dijo que volara alto, nunca lo hizo por temor y murió pensando que él era un simple ave de corral.
El Profesor Himes tiene tanta razón cuando estaba preparando el contenido de su conferencia. Tomó en cuenta su cúmulo de conocimientos adquiridos de psicólogo, humanista, quizá antropólogo y por supuesto toda la doctrina cristiana respecto al valor de la vida. Lo que es valioso en este contenido es la capacidad que tuvo para distinguir las tres partes esenciales del proceso vocacional de todo ser humano. Esta dinámica es tan sencilla de entender que parte precisamente de la primera pregunta: ¿soy bueno para ello?
Desde que fuimos hechos por Dios Padre y Madre, respiramos el aliento Divino y nos constituimos en imágenes y semejanzas del Ser Supremo. Si Dios es Amor y en su aliento vibra el amor, entonces nosotros somos un soplo de Amor Divino. El simple hecho de poder estar en este planeta es realmente una única oportunidad de testificar la voluntad del quien nos hizo todo bien. Por lo tanto, Dios nos hizo para ser FELICES.
Esta felicidad no es igual a lo que significaría alegría, sino es más. La felicidad es la realización de la persona en sí. Es sentirse inclinados en la realización del bien, en el desenvolvimiento de las propias cualidades. Es sentirse realizado en donde las cualidades, las capacidades psíquicas, físicas, intelectuales y espirituales se sumen en la persona concreta. Esta persona es la que está realizando actualmente la experiencia de formación en esta universidad.
Si el profesor Himes hubiera conocido un poco el calendario Maya, hubiera dicho que cada persona, nace con su NAHUAL del día en que nació. Y ¿cómo funciona este calendario? Resulta que cada día, en el calendario de 13 días y 18 meses, trae una energía que el cosmos (Dios) transmite a los niños o niñas cuando nacen. Por eso los abuelos o padres de familia Mayas dicen que si se nace en esta o en otra fecha, ya trae el bebé tal o cual energía. Por lo tanto hay que rezar en cada 20 días por el niño o niña para que vaya descubriendo con el apoyo de sus padres la vocación o misión que ha recibido. Si la persona hace o fortalece sus cualidades que trae, seguramente es el joven o señorita feliz porque lo que hace, le gusta y lo realiza como persona.

La segunda pregunta, tanto el profesor Himes como en el calendario Maya, si ya se tiene una inclinación hacia por dónde se encuentra la felicidad, entonces es momento de potenciar todas las cualidades, virtudes para poder realizar lo que se ama y se quiere. Se necesita del apoyo de la ciencia, del conocimiento o experiencia de personas para poder hacer el trabajo. Mientras sé cómo desenvolverme en lo que me hace ser feliz, voy a ir logrando mis objetivos o metas y me anima a continuar con los sueños de felicidad. Hay varios maestros que te pueden ayudar e ir enseñándote el camino y es bueno escuchar consejos de viejos.
Finalmente con la tercera pregunta, si a alguien le va a servir lo que voy a hacer. Aquí entra el ser social de la persona en donde se dice que nadie puede vivir sólo y que todos nos necesitamos. Tengo un amigo que le gusta decir sobre la huella que se deja al hacer las cosas. Qué huella vamos a dejar en la historia, con qué nos van a recordar las generaciones futuras. De eso se trata, pero no es sencillo porque es tomar el azadón en la mano y actuar.
Para Himes la razón de mi accionar hacia los demás es el AMOR. Para los pueblos Mayas, la razón del ser es la SOLIDARIDAD, darte mi mano para que la ocupes según tus necesidades, y más tarde necesitaré de los tuyos. Hay un sentido muy valioso de la vida en comunidad. Quien sufre, el enfermo, el pobre, el más necesitado es el dueño innato de mis manos, de mis fuerzas, de mis cualidades, de mi obra. Por lo tanto a ellos voy y sirvo con alegría. Me siento bien así y ellos también conmigo y juntos vamos tejiendo el petate de la vida y de la historia dejando huella con nuestras obras solidarias.
Las dos palabras mágicas y reales de Himes, sabiduría y valor ya están incluidas en la concepción solidaria del pueblo Maya y es de esta manera que vamos sintiéndonos personas, hermanos, solidarios hijos de un mismo Dios. Quizá soy bueno para una cosa, pero tú también eres bueno para otra y juntos unimos nuestras fuerzas para mejorar nuestra vida, nuestra familia, nuestra comunidad y nuestro país.

21 de abril de 2010

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